En Silicon Valley ha confluido el triángulo perfecto:
- La universidad de Stanford, una de las mejores del mundo
- Miles de expertos en electrónica, computación e ingenieros de todo tipo viven y trabajan en este lugar
- Allí opera una vasta red de empresarios con fondos suficientes, ganas y audacia para invertir en innovación.
¿Es posible replicar lo que se ha logrado en Silicon Valley en otros países? ¿Es posible hacer algo similar en América Latina?
La clave inicial es casi un asunto de espíritu emprendedor: Stanford alentó a sus alumnos a crear sus propias empresas, a invertir en sus sueños. Y sus brillantes estudiantes aceptaron el reto. Así nacieron firmas emblemáticas como Hewlett Packard: con apenas 500 dólares de capital y muchas ganas. En Silicon Valley una pequeña idea puede convertirse en algo que transforme al mundo.
En 2013 en este valle se formaron casi 4 mil nuevas empresas, 39% del capital de riesgo de Estados Unidos se invirtió en ese lugar y en muchas partes del mundo, gobiernos e inversionistas están tratando de copiar la receta del éxito de Silicon Valley. ¿Podrán lograrlo? Esa es la pregunta que aún espera respuestas.
En Colombia el programa oficial Innpulsa suma 100 millones de dólares invertidos en 27 mil empresas; en Brasil tienen los planes de StartUp Brasil que habían prometido 78 millones de dólares; Chile –pionero en estas lides- creó su “Chilicon Valley” a través del cual se han canalizado 32 millones de dólares en inversiones apoyando a 900 emprendedores.
Todavía no hay noticias de una gran idea o una gran compañía nacida a partir de estos programas. Los intentos están en marcha, hay algo en movimiento. Pero todo esto viene con una posible falla de origen: la dependencia de los fondos gubernamentales que, como se sabe, pueden ser volátiles y caprichosos.
Emprendedores: sin miedo al fracaso Next Post:
Paz: consejos para Colombia