
Preocupados por la enorme cantidad de jóvenes occidentales que dejan sus hogares para unirse a las filas de Estado Islámico, el análisis de casos revela una tendencia que sorprende: el flujo constante de mujeres que sale de lugares como Francia, Alemania, Suecia y otras naciones europeas. Hábiles reclutadores explotan fantasías de lucha religiosa, trabajo humanitario y romances y al llegar a Siria se encuentran con que son usadas como premio para los combatientes. Para ellas ya no hay vuelta atrás. La situación en esta nota de la agencia Reuters
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