
Mientras Putin esté al mando, Occidente deberá entender que tendrá que lidiar con una idea: la de un hombre que se siente fundamental para el destino de su país. Uno que se asume como un patriota obligado a rescatar y defender los valores tradicionales rusos. Un autócrata aislado con sus concepciones de lo que debe ser la gran nación que honre al pasado. Un paseo por sus ideas imperiales en Foreign Policy
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