
Ejemplos exitosos de “micromecenazgo” hay unos cuantos. Empezando por el gran bombazo de la compañía de videojuegos Double Fine: pidió 200 mil dólares en ayuda para producir una nueva aventura gráfica y terminó recibiendo 3 millones. Este potencial de la web ha sido aprovechado también para sacar adelante ideas realmente descabelladas: escribir mensajes en el cielo, una estatua gigante de Robocop para Detroit, desarrollar líneas de joyería con tocineta, una máquina para controlar cucarachas y hasta financiarse un burrito. Los casos en la revista Emeequis
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