
A Barack Obama lo eligieron para ocuparse de los asuntos internos de Estados Unidos y para poner fin a las guerras en otros países: para recoger a las tropas y llevar a sus muchachos a casa. Esa es parte de la explicación sobre por qué el policía del mundo ha recogido el garrote. Pero hay más: sus antiguos aliados no están muy dispuestos tampoco a jugarse popularidad y credibilidad en nuevas aventuras bélicas. Un interesante análisis de Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, en El País
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