
Lo saben los políticos, la policía y todo el mundo. Pero nadie quiere o puede hacer nada: la milicia de Hezbolá controla la mayoría de las plantaciones de cannabis y la producción de hachís en la frontera entre el Líbano y Siria. El conflicto en este país, donde Hezbolá interviene a favor del presidente Bashar Assad, ha permitido que la marihuana y el hachís producido en Líbano circulen con mayor libertad por Jordania, Irak, Dubai y atiendan la alta demanda de la propia Siria, donde la guerra ha disparado el consumo de estas drogas. Desde el lugar un trabajo en The Daily Beast
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