
La joven belga devino en adorada de los fotógrafos que registraban estampas del público durante el Mundial en Brasil. Y L’Oreal decidió contratarla como imagen. Pero el sueño duró muy poco: en apenas dos semanas todo acabó al difundir una foto suya, fusil al hombro, cazando. Su breve historia en Clarín
Comer con pistolas Next Post:
Estados Unidos: 1,6% gays