Quizás sean miles los niños que hoy están vivos gracias a Chen Guangcheng: aunque brevemente, logró detener los abortos forzados propiciados por la ley que limita el número de hijos que pueden tener las mujeres chinas.
Para este disidente hoy exiliado en Estados Unidos, todas las naciones que negocian con el gobierno de su país deberían exigir a China respeto a los derechos humanos. Esta es la interesante y reveladora entrevista que le hizo Moisés Naím al llamado “abogado descalzo”, el campesino invidente que logró lo impensable.
“Proteger los derechos de la gente no es solo porque me interesa, es un asunto de conciencia”.
“Más de 600 mil personas se involucraron en la campaña contra el aborto forzoso. La mayoría de ellos eran parientes de mujeres embarazadas. A muchos los detenían durante varios días. Mientras estaban en la cárcel los torturaban y los obligaban a dar información sobre esas mujeres embarazadas. Y luego las obligaban a abortar. Yo no lograba comprender esas atrocidades. Nadie luchaba contra ellas. Era en contra de la ley, pero el Partido Comunista y el gobierno seguían haciendo esas cosas terribles”.
“Cuando investigamos y le mostramos al mundo todos los casos de abortos forzados, en dos o tres años el Partido Comunista disminuyó o incluso paró completamente las acciones violentas en mi pueblo natal. Eso probablemente salvó decenas de miles de vidas de niños. Cuando me encarcelaron los abortos empezaron de nuevo, pero al menos ya el mundo sabía lo que el Partido Comunista había hecho”.
“China estaba concentrada en la lucha de clases y en la revolución cultural y detuvo su desarrollo por completo. El país ha empezado a recuperarse en los últimos 30 ó 40 años. Incluso tomando eso en cuenta, China no ha sobrepasado a los tigres asiáticos. No podemos ver únicamente los últimos 30 años. Hay que considerar toda la historia. Creo que China, más que teniendo tasas de crecimiento increíbles, está saliendo del atraso”.
“La Casa Blanca no quería dañar su relación con China por culpa mía. Yo he escrito en mi libro todo lo que pasó en esos momentos”.
“Yo me rijo por un principio: cualquiera que apoye los derechos humanos es mi amigo. Tengo amigos de derecha y de izquierda. Siempre y cuando te importen los derechos, serás mi buen amigo”.
“No importa si es un gobierno latinoamericano, estadounidense, o de algún país europeo; siempre, al negociar con el Partido Comunista Chino, hay que mencionar los derechos humanos”.
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Chen Guangcheng: el chino incómodo