
Ocho horas habría pasado Erykah Badu respondiendo los mensajes en los que se cuestionaba su concierto privado en la fiesta de cumpleaños del rey Mswati III, de Suazilandia, a quien se señala como fiero dictador y violador de derechos humanos. Su manejo ante la revelación fue un desastre. Badú se une así al selecto club de las estrellas de la música que se dejan tentar por la chequera de tiranos millonarios: Beyoncé, Nelly Furtado, Mariah Carey, Usher y Jennifer López. Directivos de Human Rights Foundation cuentan el caso en Time
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