Esa célebre frase ha marcado la carrera del periodista estadounidense David Ignatius en más de una ocasión. Lleva 40 años cubriendo los más complicados conflictos del mundo y las operaciones de agencias de inteligencia como la CIA. Pero la información a la que gana acceso es tan delicada, peligrosa e increíble que a veces la única manera de diseminar todo lo que sabe es escribiendo novelas de espionaje. Aquí exploramos su sorprendente trayectoria.
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Entre realidad y ficción