
No ha sido de gran ayuda la posición asumida por la Iglesia ante la epidemia de Ébola en Liberia. Aparte de algunos mensajes sobre prevención, los sacerdotes se han dedicado a infundir más terror entre la población con sermones en los que se habla del virus como un castigo divino a consecuencia de la corrupción y la depravación. Lewis Zeigler, el nuevo arzobispo católico, aseguró que Dios está castigando al país por una de sus mayores acciones contra la moral: la homosexualidad. El discriminatorio panorama en Foreign Policy
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