Desde los atentados del 11 de septiembre, los drones se han convertido en el instrumento más eficaz en el combate al terrorismo. Guiados por control remoto o programados de antemano, estos aviones permiten vigilar y atacar en lugares inaccesibles, sin poner en peligro la vida de pilotos y soldados. Desde computadoras en Nevada, los pilotos estadounidenses dirigen ataques contra las guaridas de Al Qaeda en la frontera afgano-paquistaní.
Los aviones no tripulados no sólo sirven para matar terroristas. También ayudan a vender casas. Algunas corporaciones policiales norteamericanas venían utilizando drones en tareas de vigilancia. Ahora lo harán en emergencias como incendios o accidentes de tráfico. O en el control de fronteras.
En el campo de la ciencia, los drones ya se emplean en el seguimiento de huracanes. También en proyectos pioneros de conservación de la naturaleza. Por ejemplo, para cartografiar el avance de la deforestación o para vigilar especies en peligro de extinción.
