
A la presidenta argentina le gusta controlarlo todo, pero al parecer no se le da mucho eso de reconocer los errores de su gestión y menos que sus ministros le lleven la contraria. Los problemas, dicen algunos, los evita en lugar de confrontarlos. ¿Inflación e inseguridad? Ni hablar. Solo unos pocos elegidos tienen toda su atención. Un interesante retrato del aislamiento de doña Cristina en The Economist
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