
El gobierno chino prohibió la exitosa serie estadounidense –junto con otras- bajo el vago argumento de que sus contenidos violaban la Constitución o ponían en riesgo la soberanía y la integridad territorial. Lo que hay detrás de eso es un intento por recuperar el control de los contenidos que los ciudadanos chinos reciben desde otras partes del globo, cosa que incluye Internet y la televisión: los ingresos por videos en línea aumentaron 41% en un año y el uso de celulares y dispositivos móviles para verlos creció 73%. La explicación en The New Yorker
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