
En 1975 la chilena era la economía más cerrada de América Latina. Hoy es la más abierta y moderna de la región. Y su éxito se puede ubicar en la apuesta que hizo por el modelo de libre mercado. Pero corre el riesgo de caer en una trampa: las demandas de su clase media y las presiones de la izquierda que aspiran a un estado de bienestar social comparable al de los países ricos. Y la presidenta Michelle Bachelet está mandando señales favorables a una mayor intervención del Estado. Los riesgos explicados en El País
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