
El gran problema de la vida en la Tierra no es necesariamente la sobrepoblación. Las predicciones sobre un caos futuro porque no habría suficiente comida para todos fallaron: ciencia y tecnología han servido para producir cada vez más y mejor. Las hambrunas son consecuencia de la distribución inadecuada, no de la poca producción. La clave no está en controlar la natalidad sino en cómo vivimos: derrochando energía, agua y alimentos. Una explicación en The Atlantic
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Cool: ser o no ser, ahí está el detalle