
La relación entre el costo del combustible y los precios finales de los alimentos hace que la baja en la cotización del crudo genere una buena noticia: la comida podría ser más barata, al menos en las grandes ciudades azotadas por la pobreza. Energía y transporte representan casi 8% del precio de los alimentos y cuando estos se reducen inciden también en los alimentos. Incluso en lugares azotados por conflictos se espera que aumente la distribución de comida. Pero no todo es como para celebrar. Un análisis de Reuters
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50 dólares: el techo del crudo